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Extractos de cannabis

Los productos que concentran una alta cantidad de cannabinoides se han convertido en una de las sensaciones más atractivas en el mundo de la marihuana. Desde su aparición, este mundo ha sido exclusivo para un grupo selecto de usuarios, la mayoría de ellos pioneros de las técnicas más sofisticadas del proceso de extracción. Y si bien el mundo 710 comienza poco a poco a ser más accesible para los usuarios alrededor del mundo, existen varios aspectos fundamentales que eluden a la mayoría, y que les conviene conocer a fin de llevar un uso más responsable, informado y placentero de los concentrados de marihuana

Partamos desde el inicio.

Los primeros concentrados de cannabis para fines psicoactivos son las denominadas ‘charas’. Estas son una especie de hachís cuyo proceso inició en India y consiste de frotar el material vegetal entre las manos para que las cabezas de los tricomas, donde se concentran los cannabinoides, queden adheridas a las palmas y posteriormente sean acumuladas en pequeñas bolitas.

Foto: sensiseeds

Fue hasta hace relativamente poco tiempo que la tecnología hizo posible generar nuevas y más sofisticadas técnicas de extracción. En este texto vamos a explorar particularmente los concentrados hechos con gas butano, conocido por sus siglas en inglés como BHO (Buthane Hash Oil - Aceite de Hashish de Butano) el cual alcanza una concentración promedio de entre 80 y 90% de THC. En pocas palabras, estos concentrados se obtienen al disolver los cannabinoides de la materia vegetal en el butano en su estado líquido. Posteriormente la mezcla de cannabinoides y gas, conocida como “caldo” es recuperada. El último paso consiste de limpiar el gas butano de la cera para lo cual es necesario equipo especializado en vacío y calor. Este proceso de purgado es sumamente importante para garantizar que el producto final sea apto para consumo humano. De lo contrario el resultado podría ser fatal para el usuario.

Un sin fin de posibilidades

Foto Freepix/fukume De este proceso base, junto con variaciones de alta especialización, es posible obtener una gama prácticamente infinita de texturas y sabores. Crumble, shatter, sugar, badder, sauce, etc son algunas de las texturas posibles para el BHO. Y aunque la cantidad de THC es importante para un concentrado, para los usuarios resulta igual o más importante la complejidad y pureza del sabor. Si bien es posible combustionar el concentrado junto a un porro, resulta un desperdicio de los cannabinoides. La forma más efectiva de aprovechar tanto la potencia como el sabor del concentrado es la vaporización. El constante perfeccionamiento de los concentrados ha sido acompañado de un refinamiento en el proceso para vaporizarlos, conocido en el argot 710 como “dab".

Fuente: Weedlist

Un dab consiste de un bong o “rig” adaptado con un banger en lugar de un bowl. El banger es una suerte de cazuela que se calienta utilizando un soplete hasta que alcanza una temperatura de entre 250 y 290°c. Una vez que esto ocurre, la cera es depositada en el banguer Para que la vaporización sea efectiva, el banger es cubierto con una pieza de cristal conocida como “carb cap”.  Existen infinitas variaciones en la forma del banger y el carb cap con el fin de aprovechar en distintas formas el calor para vaporizar con mayor cautela y/o precisión los cannabinoides y terpenos de la cera.  Así mismo existen dispositivos electrónicos portátiles que utilizan una resistencia eléctrica para calentar un contenedor de cuarzo o cerámica, similar a un vaporizador herbal.  Y ni hablar de los costos de las piezas de vidrio, las cuales son verdaderas piezas de arte con valores de miles de pesos. Por esto y más, el mundo de los concentrados es mar de posibilidades dispuesto para los más aventureros.
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