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Más allá del Brownie Mágico: los usos del cannabis comestible

La planta de cannabis ha acompañado a la humanidad por miles de años. Desde entonces ha sido utilizada con fines espirituales, textiles, medicinales, “recreativos” y comestibles. De este último persiste una gran cantidad de desinformación, mitos y prejuicios que suponen riesgos para sus usuarios, particularmente los no experimentados.
  En este post explicaremos los pormenores del uso de cannabis comestible. La historia El cannabis es una planta que ha formado parte de la dieta humana desde la antigüedad. En la antigua china entre los años 618 y 907, según un nuevo estudio arqueológico en el centro de China. El descubrimiento se realizó cuando los trabajadores durante una construcción desenterraron una tumba que durante 1.320 años no había sido perturbada. Había pinturas murales y artefactos casi perfectamente conservados en la cámara inusualmente seca. Destacó uno de los frascos que contenían alimentos básicos. Allí los investigadores encontraron restos de cannabis, con algunas semillas que aún mostraban su color original.“El cannabis se almacenó en una olla sobre el lecho del ataúd entre otros granos básicos como el mijo”. Aseguró Jin Guiyun, profesor de la escuela de historia y cultura de la Universidad de Shandong, quien señaló que quienes enterraron dichas cosas debieron considerar al cannabis “como un importante cultivo alimentario”. Sin embargo, este uso particular del cannabis carece del efecto psicoactivo buscado por la gran mayoría de usuarios ya sea para fines recreativos y medicinales. Peripecias del Brownie Mágico Una inmensa mayoría de quienes experimentamos el uso de cannabis comestible tenemos como primer contacto el “Brownie Mágico”. También existe una gran probabilidad de que las siguientes peripecias hayan ocurrido en al menos una ocasión:  
  1. Te comes el brownie sin conocer la dosis ni los efectos particulares del cannabis comestible. Piensas que es igual a fumar un porro.
  2. Pasan alrededor de 15 y 20 minutos sin que se hagan presentes los efectos del cannabis. Decides que te han estafado o que debes comer más brownie para que haga efecto. Si tienes más porciones del brownie, comes un poco más.
  3. Pasado 40 minutos del brownie inicial, este comienza a causar efecto. 
  4. Pasado un par de horas, los efectos se sienten con contundencia. Comienzas a preocuparte puesto que no estabas preparado para andar en el viaje durante tanto tiempo. La dosis que ingeriste es demasiado alta y el viaje apenas va a la mitad. Incluso sospechas que eso que comiste era algo más que marihuana.
  5. 4 horas después comienzas a recuperar la sobriedad. Tienes la boca seca, un montón de sueño y mucha confusión. Decides que nunca más comerás marihuana.
  Este escenario es, en comparación a otros, uno de los más fortuitos. Los más desafortunados son los que ni siquiera logran una infusión psicoactiva de los cannabinoides en el brownie. Ya sea porque usaron partes de la planta sin presencia importante de cannabinoides, como las hojas, o por una descarboxilación insuficiente. Un triste ejemplo es de quienes hayan bebido un té de marihuana buscando los efectos psicoactivos. Si bien el té de marihuana tiene propiedades antioxidantes, carece de cannabinoides. Estas desafortunadas experiencias con el cannabis comestible abonan a la desinformación y prejuicios generados por los vicios de las políticas prohibicionistas (como el difícil acceso a la investigación científica). Y el perjuicio mayor es para los usuarios, quienes se pierden la oportunidad de sacar provecho a una de las formas de uso de cannabis más versátiles posibles.  

A continuación les compartimos una receta para evitar el desastre.

  La Receta  
Paso 1 - La infusión 
Primero debemos hablar de la propiedad liposoluble de los cannabinoides. Esto quiere decir que los cannabinoides como el THC y el CBD únicamente se disuelven en grasas como el aceite, leche, y mantequilla entre otros. 
Paso 2 - La decarboxilación
Lo siguiente es transformar los cannabinoides de su forma ácida (THCa y CBDa) a su forma psicoactiva (THC y CBD). Este proceso se logra con el calor. En un porro los cannabinoides se descarboxilan al combustionarse, pero para el caso del cannabis comestible este proceso se debe llevar a cabo previamente. La forma más común es introducir la marihuana en un horno a una temperatura de 110°c por entre 30 y 40 minutos.  OJO: si la temperatura excede los 130°c el THC se degradará a otro cannabinoide, el CBN, el cual tiene propiedades somníferas. Y si la temperatura es aún más alta se perderán por completo todos los cannabinoides. Por ello es muy importante mantener una temperatura estable y controlada.
Paso 3 - La ruta en tu cuerpo
Por último, debemos reconocer la ruta que toma el cannabis comestible en nuestro cuerpo. A diferencia del porro o vaporización, con las cuales los cannabinoides llegan de nuestro pulmones directamente al torrente sanguíneo, el cannabis comestible toma un camino sustancialmente diferente: el hígado.   Al pasar por el hígado, el THC se transforma en OH-11-THC. Este cannabinoide implica una absorción más lenta hacia nuestro torrente sanguíneo. Es por ello que los efectos del cannabis comestible se harán presentes hasta pasados 40 minutos aproximádamente, y pueden persistir hasta por 4 o 6 horas. Esto puede devenir en efectos psicoactivos percetiblemente más intensos en comparación al porro, aunque la dosis sea la misma.   Una ventaja destacable del cannabis comestible es su discreción. Cualquier bocadillo infusionado es infinitamente más sutil que una bolsita de flores. Así mismo, por su particular forma de acción resulta práctico, puesto que con una sola dosificación es posible tener efectos contundentes por un periodo de tiempo relativamente largo.  
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